UNA
MIRADA AL CANAL IMPERIAL DE ARAGÓN – GUIÓN
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El
Canal Imperial de Aragón, a lo largo de su trayecto, discurre más o menos
paralelo al río Ebro, por su margen derecha, desde El Bocal en Navarra hasta
Fuentes de Ebro en la provincia de Zaragoza. En
el término municipal de Fontellas, Navarra, muy cerca, aguas abajo, de Tudela,
se encuentra el paraje del El Bocal, origen del Canal. Toma
sus aguas por derivación del río Ebro mediante la elevación que produce la
presa de Pignatelli. Se
trata de un azud de 230 metros de longitud por 6.5 de altura, finalizado en
1790. El
agua pasa a través de la conocida como Casa de Compuertas, que regula los hasta
30 m3/s de caudal en origen. El
Bocal Real es un espacio de gran belleza, donde se reúne el Renacimiento con la
Ilustración. Nos
encontramos con el Palacio de Carlos V y sus jardines. Junto
al palacio se encuentra la presa de Carlos V que dio origen en su día a la
Acequia Imperial, antecesora del Canal, que llegaba desde El Bocal hasta
Garrapinillos. Y
a su lado el frondoso Soto de Belver, de gran riqueza animal y vegetal. El
roble milenario, de 33 metros de altura y declarado monumento natural… …
o el increíble laberinto de setos, donde es posible perderse. Presenta
este paraje, todavía, una gran similitud con lo que era a finales del siglo
XVIII. El
Canal Imperial, antaño vía navegable, comunicaba El Bocal con Zaragoza,
llegando a disponer de tres barcos que subían y bajaban pasajeros todas las
semanas, además de los destinados al transporte de mercancías. Hace
tiempo que dio paso a otros medios de transporte… Pero
a pesar de todo, algunas estructuras nuevas como estas compuertas mixtas de
explotación, están adaptadas a un posible paso de embarcaciones. No
muy lejos llegamos a Ribaforada, población que ha despegado económicamente en
estos dos últimos siglos, en gran medida gracias a los regadíos. Pasamos
a Aragón cruzando entre Cortes en Navarra y Novillas en Zaragoza. Y
llegamos a Gallur, donde el Canal se acerca a tan sólo unos centenares de
metros respecto al Ebro. Encontramos
la original pasarela del Canal. Construida en acero, fue inaugurada en 1996 y se
encuentra muy cercana al puente del Canal. La
puesta en regadío de 26.500 has gracias al Canal ha supuesto un importante
impulso en el desarrollo agrícola en su zona de influencia, sobre todo teniendo
en cuenta la escasez de precipitaciones en la cuenca media del Ebro. En
cuanto a los cultivos destaca el cereal, en particular el maíz. También
abundan la alfalfa y las hortalizas, estando los frutales en menor proporción. Aunque
hay un porcentaje de olivos pequeño, destaca su cultivo en Pedrola, de donde es
originaria la variedad Empeltre. Otra
utilidad importante del Canal son los abastecimientos, tanto industriales como
urbanos. Hacia
1996 se descubrió la presencia de una almeja de agua dulce que se creía
extinguida hace décadas. Se trata del bivalvo Margaritifera auricularia,
actualmente considerada entre las especies en mayor peligro de extinción del
planeta. Como
consecuencia de la pérdida de Cuba en 1898, a principios del s. XX se propició
en gran medida la producción de remolacha azucarera. Durante bastantes años
fue el cultivo más importante de la zona del Canal, donde se ubicaron
instalaciones para su transporte y procesado. En estas fotografías de 1935,
podemos ver la actividad del transporte de la remolacha en las proximidades de
Grisén y Gallur. Llegamos
a la localidad de Grisén, situada entre la margen derecha del Canal y la
izquierda del río Jalón. Uno
de los mayores retos en la construcción del Canal fue el cruce con el río Jalón. El
agua pasa sobre un puente de piedra de sillería formado por cuatro grandes
arcos de extraordinaria robustez. Dada
la amplitud del valle, fue necesaria la construcción de unas murallas por las
que encauzar el agua a ambos lados del puente, de forma que circulase a nivel
casi constante. Las
murallas, construidas a base de piedra y cal, tienen una longitud de más de 1.4
Km. Se
trata de una obra de ingeniería impresionante incluso hoy en día. En
las murallas, muy cerca del puente, se encuentra el Caracol. Se trata de una
torre por la que se accede al Canal mediante una escalera en espiral. Allí había
un embarcadero por el que subían y bajaban pasajeros. Desde
este lugar podemos apreciar un espléndido paisaje. A un lado un parque con
abundantes y variados árboles, rodeado de verdes campos surcados por acequias;
al otro lado se divisa al fondo, el Moncayo. También
cerca del puente, aguas abajo, se encuentra la Almenara de San Martín, por
donde se vierten aguas al Jalón y se alimentan acequias de riego. Antes
de llegar a Zaragoza nos encontramos con la base aérea y el aeropuerto en la
margen derecha, mientras que la localidad Garrapinillos se sitúa a la
izquierda. Muy
cerca, en la margen izquierda, está la balsa de Larralde, gestionada, al igual
que el Canal, por la Confederación Hidrográfica del Ebro. Se
trata de un espacio que acoge gran variedad de animales y plantas propios de
ambientes húmedos, como los ánades, el martín pescador, el pájaro moscón o
las fochas. La
construcción del Canal llevó consigo la plantación de abundante arbolado en
sus orillas, que además de favorecer la sujeción del terreno, dio origen a un
espacio de ocio y paisajístico singular. Al
entrar en la capital aragonesa, el Canal da servicio al mayor de sus
abastecimientos: el de agua potable para la ciudad. Todavía
se pueden contemplar las esclusas de San Carlos, construidas en piedra de sillería.
Servían para que las embarcaciones pudiesen sortear el gran desnivel que
aparece antes de llegar al río Huerva. Junto
a ellas se encuentra el antiguo molino de la Casa Blanca, que dio nombre al
zaragozano barrio de Casablanca. Hace tiempo que fue transformado en central
hidroeléctrica. Muy
cerca podemos beber de las aguas de la Fuente de los Incrédulos, erigida en
1786 por Pignatelli en conmemoración de la llegada de las aguas del Canal a
Zaragoza. En
ella aparece una inscripción en latín: “Incredulorum convictioni et viatorum
commodo” que significa: “Para convencimiento de incrédulos y alivio de
caminantes”, debido a la poca fe que hubo en su época acerca de la viabilidad
de un proyecto de tal envergadura. Un
puente acueducto, conocido como el Ojo del Canal, cruza sobre el río Huerva. A
su lado se encuentra la Almenara de Nuestra Señora del Pilar, por la que se
vierte agua al citado río. A
la altura del Barrio de Torrero nos encontramos con el Puente de América. El
actual, de corte modernista, sustituye al original que fue construido por el
regimiento de infantería de América en el camino del cementerio, debido a la
escasez de mano de obra que hubo en ciertos momentos en la construcción del
Canal. En
los alrededores de este puente nos hallamos en lo que fue, junto con el Bocal,
la zona más significativa del Canal. Aquí se encontraba el puerto principal,
llamado de Miraflores, ya desaparecido. Se
construyó también, por iniciativa de Pignatelli una magnífica iglesia que
sirviera de parroquia a los trabajadores del Canal. Llegó a albergar tres
cuadros de altar de Goya, que desaparecieron para siempre durante la Guerra de
la Independencia. Este
genial pintor, también retrató a Fernando VII y al Duque de San Carlos en 1815
por encargo de la Empresa del Canal Imperial de Aragón, obras que se pueden
admirar en el museo de Zaragoza. Los
más mayores quizá todavía puedan recordar la góndola de la Quinta Julieta. Detrás
del monte de Torrero aparece el Barranco de la Muerte, atravesado por una
formidable obra de mampostería construida por Pignatelli. En el momento de la
finalización del rodaje de este documental está siendo perforado para el paso
del tercer cinturón de ronda de Zaragoza. Actualmente, el cauce pasa por un
nuevo puente acueducto. No
muy lejos nos encontramos con la Almenara de San Antonio de Padua, que
incorporaba una sistema para la limpieza de los sólidos arrastrados por el
Canal. Más
adelante, todavía en el término de Zaragoza, se encuentra la Almenara de San
Bernardo. Desde allí podemos observar como el canal todavía mantiene su altura
respecto al Ebro, si miramos hacia las torres de El Pilar y La Seo. Inmediatamente
después aparecen las esclusas de Valdegurriana, tan impresionantes como poco
conocidas. Se trata de cuatro esclusas de navegación construidas en piedra de
sillería que ese conservan en buen estado, salvo las desaparecidas compuertas,
que fueron incendiadas por los franceses en la Guerra de la Independencia. A
partir de este punto, el Canal se hace considerablemente más estrecho. Los
terrenos que vienen a continuación de Zaragoza son muy ricos en yesos, con lo
que el agua tiende a filtrarse y a formar simas. Esta peculiaridad hizo muy difícil
el avance del Canal y fue una de las causas que Debido
a ello, también, parte del cauce viejo se sustituyó por uno más reducido y
simple a principios del siglo XX. En
el cruce del cauce antiguo con la carretera de Torrecilla de Valmadrid, nos
encontramos con las Esclusas de Valmadrid, también muy poco conocidas. El
paso del tiempo y el abandono las ha dejado en estado de semiruina. Dejando
atrás La Cartuja Baja, llegamos al conocido como Barranco del Paso del Ganado.
En este acueducto, de menores dimensiones que el del Barranco de la Muerte, el
cauce nuevo se sitúa en el interior del viejo. Más
adelante se separan ambos cauces definitivamente. En
el cauce viejo podemos observar varios puentes y acueductos de piedra de sillería,
que se encuentran totalmente olvidados, algunos invadidos por propietarios de
fincas colindantes. Tras
108 Km. de recorrido termina en el Barranco de Zaragoza, en el límite de los términos
municipales de El Burgo de Ebro y Fuentes de Ebro. Toda esta gran obra se la debemos a D. Ramón Pignatelli y Moncayo, protector del Canal Imperial de Aragón, que gracias a su perseverancia y buen hacer triunfó donde otros habían fracasado previamente. |